ALEMANIA FRENTE A EUROPA

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Juan Torres López

Nadie puede negar el papel tan importante que Alemania ha desempeñado a la hora de construir la nueva Europa y que quizá nada de lo bueno que ahora se haya podido alcanzar se hubiera logrado sin su impulso y su colaboración. Pero, junto a esa función positiva y de aliento, no se puede obviar el sesgo que viene imprimiendo desde hace decenios al modelo europeo. Aunque tampoco se pueda decir que haya sido exclusivamente Alemania la responsable, lo cierto es que sí ha determinado en gran parte sus rasgos más negativos entre los que creo que hay recordar algunos que en esta coyuntura tan difícil para el futuro europeo nos pesan como losas.

Alemania impuso un modelo de unión monetaria imperfecto que sin presupuesto suficiente, sin hacienda europea, sin coordinación imperativa, sin instituciones adecuadas estaba condenado a fracasar en cuanto aparecieran impactos asimétricos y, en esas condiciones, a llevar consigo un incremento de la desigualdad, como efectivamente ha sucedido. Optó por un modelo concebido para que los capitales europeos dispusieran de un mercado a su libre disposición pero que no garantiza de ninguna manera la sostenibilidad social y ahora comprobamos que el proyecto europeo pierde atractivo y fuerza social y se va diluyendo como un azucarillo en el agua, aunque proporcionando cada vez más beneficios a las empresas que han logrado hacerse fuertes en el mercado.

Alemania se ha negado durante años a establecer mecanismos de supervisión comunitarios que permitieran evitar los desmanes financieros que finalmente se han producido en los diferentes países. En lugar de ello, se ha conformado con disponer del máximo poder decisorio en el Banco Central Europeo, sin importarle que éste no pudiera ni saber ni actuar sobre las finanzas nacionales en donde se larvaron los negocios que luego han dado lugar a la hecatombe financiera. Aunque haya sido una decisión solidaria, es también evidente que ha sido Alemania quien se ha negado a que Europa sea algo más que un simple "espacio financiero", renunciando a la institucionalidad política y económica, a las políticas y a la coordinación que son imprescindibles para convertirlas en un verdadero y necesario lugar de ciudadanía y de poder democrático en todos los ámbitos de la vida social. Los capitales financieros e industriales campan a sus anchas pero, así, Europa, ha quedado atada de pies y manos quizá ya para siempre.

Alemania ha impuesto, es verdad que no sólo ella, pero liderando a las demás dada su posición privilegiada en el marco institucional y decisorio de la Unión, las políticas neoliberales cuyos efectos tan negativos son ya indisimulables, no solo sobre la desigualdad espacial y personal sino incluso sobre la aspiración de convertirse en el principal foco mundial de poder y competitividad. Las políticas deflacionarias y de estabilidad que ha impuesto en los últimos años pasan ahora factura en países que no han podido aprovechar las buenas coyunturas para fortalecerse estructuralmente y para contribuir al fortalecimiento estructural de Europa, como demuestra el estado en que se encuentran las economías de Grecia, Irlanda, España, Portugal o Italia, por no hablar de los países del Este miembros de la Unión.

Alemania ha impuesto a los demás severas reglas de competencia y plena libertad de entrada y salida a los capitales, pero se protege a ella misma y a sus empresas gracias a la posición privilegiada y al poder de que dispone generando así mercados cada vez más concentrados y oligopólicos en torno a los que se ha creado una verdadera oligarquía económica y burocrática que domina Europa.

Alemania se ha negado a que haya respuestas comunitarias a la crisis obligando a que cada país se las compusiera como pudiera pero, al mismo tiempo, poniéndoles restricciones severas a su capacidad de maniobra añadidas a las que de por sí lleva consigo la pertenencia a la unión monetaria, imposibilitando de esa forma que la crisis tuviera una respuesta tan fuerte como necesitaba y, sobre todo, que fuese una oportunidad para fortalecer los mecanismos de decisión y solidaridad de la unión.
Alemania ha hablado mucho por la boca de sus dirigentes pero a la hora de la verdad no está permitiendo ni avanzando en el control de los mecanismos y los capitales que habían provocando la crisis y que ahora están volviendo a producir daños extraordinarios en países como Grecia, Portugal o España. Se ha gastado miles de millones de sus contribuyentes para ayudar a los bancos y ahora estos bancos se disponen de nuevo a ganar dinero desestabilizando a las economías.

Y Alemania lidera ahora (con la connivencia de unos y la impotencia de la mayoría) respuestas a estas últimas situaciones que simplemente consisten en proporcionar buenas condiciones de mercado a sus empresas, en dar libertad los bancos y a los especuladores y en imponer sacrificios a las personas.

Alemania se empeña en que Europa trate mejor a los bancos que a la ciudadanía y así lidera el proceso que no puede terminar más que en el desafecto continuado de ésta última hacia Europa. Es verdad que Alemania ha dado mucho a Europa y sobre todo a los países de la periferia hasta el punto de hacer creer que es la gran contribuidora neta al desarrollo social y económico que éstos han podido lograr gracias a los fondos europeos en los últimos años. Pero ni siquiera esto último es completamente cierto.
Solo lo es si no se contabiliza el inconmensurable flujo de fondos que estos países están proporcionando a las empresas alemanas (no solo a ellas pero sí a ellas en una gran proporción), bien por la vía de las importaciones, bien por las rentas que proporciona la generalizada venta de sus activos que se ha producido desde que forman parte de la Unión.

El liderazgo alemán quizá sea inevitable en una geografía política y económica como la europea pero si éste sigue limitándose a tratar de convertir el resto de Europa en un mercado en donde sus empresas puedan alimentarse, será la propia Alemania la que cabe su tumba como gran potencia europea. Por el desafecto creciente y porque a su alrededor habrá cada vez más tierras esquilmada para todos. Y es lógico que en esas condiciones seamos cada vez más los ciudadanos europeos (como ahora les está pasando a los griegos) que nos comencemos a preguntar si vale la pena tener que soportar todo esto.

CRISIS, MERCADO E INFLACIÓN

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Marcos Roitman Rosenmann
Vivimos inmersos en una paradoja. Para que el capitalismo funcione, los precios deben mantenerse al alza. No se trata de una broma. Para los gurús del neoliberalismo es fácil de explicar. En un periodo de recesión, la mano invisible del mercado no funciona. Se encuentra maniatada. Para revertir el proceso y sanear la economía hay que adoptar políticas de inflación contenida e incrementar los impuestos indirectos como el IVA. Cualquier traspié desataría nefastas consecuencias, retrasando una salida airosa a la crisis.

Para no caer en los mismos errores de antaño y evitar las perniciosas políticas intervencionistas, es mejor no desviarse del itinerario neoliberal y continuar con el proceso de desregulación, punto de apoyo para las privatizaciones y una sostenida apertura financiera y comercial. Todo dentro de un orden caracterizado por la austeridad salarial. Factor clave para impulsar las reformas dependientes de la flexibilidad laboral. En esta dinámica, los sindicatos, si quieren seguir existiendo y tener un papel protagónico en las negociaciones con la patronal y el gobierno, deben ser concientes y asumir responsabilidades, corren malos tiempos para maximalismos principistas. La lucha de clases ya no existe. Tampoco los explotadores y los explotados. El mundo tiene otros ejes y hay que aceptar el triunfo del capitalismo. Mejor sería para todos. El camino a recorrer tendría menos espinas y con el andar acompañado se haría más corto y menos pesado. Hoy no a lugar para la defensa numantina de una jornada laboral de 35 horas semanales. Ni que decir que está fuera de toda lógica solicitar una cobertura de desempleo y pensiones dignas. Menos aún reivindicar la estabilidad en el puesto de trabajo. Un buen dirigente sindical debe ser capaz de trasmitir estas verdades a sus afiliados y quitarles de la cabeza cualquier propuesta de lucha anticapitalista. Huera invención para desmerecer los grandes avances de la sociedad industrial, cuya revolución científico técnica nos ha transportado a un mundo lleno de posibilidades. Entre ellas gozar de los centros comerciales, las realidades virtuales, los ordenadores, las redes del ciberespacio, la televisión por cable o el trabajo basura.



Así, en tiempos de crisis, la responsabilidad de los trabajadores, bien educados, consiste en bajarse el sueldo, acordar cierres temporales y solicitar jubilaciones anticipadas. El ejemplo más claro de este comportamiento ideal proviene de la industria automotriz. Toyota, Nissan, General Motor-Opel, Peugeot o Seat se guían por estos parámetros. Mientras los altos cargos blindan sus contratos y los comités directivos no garantizan nada, salvo su buena voluntad y los deseos de una pronta mejoría en sus ventas; los trabajadores ofrecen sus cabezas para salvar la de los empresarios y no perder su puesto de empleo. Renuncian a sus pagas extras y concluyen aceptando recortes temporales y rotatorios de plantilla bajo el paraguas de la desregulación. En caso de oponer resistencia y entender dichos actos como una pérdida de derechos democráticos, la respuesta debe ser contundente. Los gobiernos no pueden vacilar. El enemigo debe ser acorralado y destruido. Si no es por las buenas, será por las malas. El gobierno puede apoyar a la patronal es sus demandas o dar ejemplo de austeridad, fijando un recorte en los sueldos de los empleados pertenecientes a la administración pública. En esta dirección parecen ir los tiros de la Unión Europea. Las intenciones de aplicar estos criterios podrían ponerse en práctica en Grecia. Sería un pistoletazo de salida. Si las protestas populares, las huelgas y los movimientos sociales no logran articular un espacio y frenar el proceso, el proyecto continuaría su rumbo, siendo España y Portugal los siguientes en la lista.

Visto de esta forma, la imagen proyectada a la sociedad por las dirigencias políticas institucionales transforma a los empresarios en mecenas sociales, auténticos filántropos que arriesgan su capital en pro del bien común. Motivo suficiente para concederles todos sus caprichos. No vaya a ser que molesten y decidan cerrar sus fábricas bajo el pretexto de acoso a la propiedad privada. Ellos tienen necesidades, seguir aumentando sus beneficios y llevar una vida de placeres y ostentación, sea de la forma que sea.

Si en estos momentos una de las características de la crisis del capitalismo es la caída del consumo, hay que poner toda la carne en el asador y realizar políticas tendientes a restablecer unos parámetros normales que den equilibro entre la oferta y la demanda. Si antes nos llamaban al ahorro, ahora predican el gasto. No es bueno sacar los dineros del proceso de valorización del valor. Esconderlos en el colchón es una pésima decisión. Es mejor comprar, comprar y comprar, aunque ello suponga una acción compulsiva. En este contexto, los bancos juegan un papel básico. Sus tipos de interés bajan, sus ofertas de ahorro se estancan y se dan a la noble tarea de fomentar el gasto familiar. Para cerrar el círculo es obligado que exista una inflación razonable. Si antes se la atacaba como un factor de riesgo, ahora se le considera un maná caído del cielo. Demos, pues, la bienvenida a la inflación.

PARAÍSOS FISCALES. La Gran Evasión

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¿Quién no ha oído hablar de los Paraísos Fiscales? ¿Pero… para que sirven los Paraísos Fiscales o cual es la razón de ser de los Paraísos Fiscales?

Bueno pues los Paraísos Fiscales existen porque existe el dinero, ni más ni menos, ya que sirven para esconder dinero. ¿Para esconder dinero? Sí, para esconder dinero. ¿Y quién esconde dinero en los Paraísos Fiscales? Pues… los ricos esconden dinero para no pagar impuestos, las empresas esconden dinero para no pagar impuestos, las mafias esconden dinero para no ser descubiertas, el terrorismo esconde dinero para no ser descubierto también. Pero los Paraísos Fiscales no sirven únicamente para no pagar impuestos, pues también sirven para ocultar pérdidas, como en el caso de los bancos que los utilizan para este fin, para ocultar pérdidas ¡Recuerden, la Banca no puede perder nunca, siempre tiene que mostrar beneficios! Las grandes empresas que cotizan en Bolsa también ocultan pérdidas para que las Bolsas no se hundan y por último y esto ya es el “cagarse” los Estados también esconden pérdidas o déficits como ha ocurrido con Grecia recientemente. Si alguien cree que el caso de Grecia es un caso aislado ese alguien es un ingenuo.

Bueno pues para todo esto sirven los Paraísos Fiscales. Se estima aunque es una estimación muy difícil de realizar que los Paraísos Fiscales esconden alrededor de 40 billones de euros que es casi el valor de los bienes y servicios que se producen en el mundo en un año. ¿Y como se las arreglan los Paraísos Fiscales para esconder esas cifras astronómicas de dinero? Ahora lo vais a ver a continuación en este video que se emitió hace algún tiempo por televisión. Os recomiendo que antes de verlo os toméis un antivomitivo.

Y para acabar esta frase “Los paraísos fiscales, como Drácula, temen a la luz... ¿Quien enviará estos "paraísos" al infierno?" o dicho de forma clara y llana ¿Cómo es que los Estados permiten la existencia de los Paraísos Fiscales, tan difícil es acabar con esta lacra? Bueno pues es muy fácil como explicaremos en un próximo artículo pero al mismo tiempo es muy difícil por tratarse de cifras astronómicas de dinero como hemos dicho. Recordemos al respecto esta frase de Quevedo “Poderoso caballero es don Dinero” o estas otras “El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo” y “A un perro con dinero se le llama señor perro”

LOS POLÍTICOS DE IZQUIERDAS YA NO ENTIENDEN LA FURIA DE LA GENTE COMÚN

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Versión completa de la entrevista con Thomas Frank aparecida el sábado 20 de marzo en Público. 

Thomas Frank es periodista y escritor. Colabora regularmente en la revista Harpers y en The Wall Street Journal. Fundó en 1988 el periódico satírico-político The Baffler. Su único libro traducido al castellano es ¿Qué pasa con Kansas?, sobre cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos. Justo después de las elecciones de 2008 y de la victoria de Obama, ya le entrevistamos para Público.

EEUU parece el mundo al revés: en la mayor crisis del capitalismo salvaje, la izquierda en el gobierno es incapaz de reformar nada y movimientos ultraconservadores de base toman la calle con mucha fuerza. Es la lucha de clases invertida. (Tomamos nota en España.)

¿Por qué han sido tan tímidas las reformas planteadas hasta ahora por Obama?

Lamento decir que la respuesta es muy sencilla: se debe al poder del dinero en la política estadounidense. El sistema está pervertido de tal manera que complica enormemente la posibilidad de cualquier reforma importante. Y no me refiero sólo al poder de los lobbies financieros, aseguradores o farmacéuticos en Washington (que obviamente es muy fuerte), sino también a que el proceso electoral cuesta mucho dinero en este país. Y ese dinero sólo puede venir de un sitio: la gente rica. Y a los ricos no les gustan los políticos que sueñan con grandes “soluciones” públicas a los problemas que ha causado el sector privado. Esta es la terrible fuerza que define el consenso político en EE.UU.

¿Y los demócratas se han plegado a ese consenso?

Sí, absolutamente. Se esfuerzan en convencer a Wall Street de que son de fiar. Y aceptan en su mayor parte el programa de desregulación de Reagan y de hecho, en algunos casos -la banca, las telecomunicaciones, el libre comercio- han ido más lejos de lo que se atrevió Reagan.

¿Cómo entender la fuerza actual de la línea dura ultraconservadora?

Es algo que no acabo de comprender. El sistema conservador (lo que los europeos llamarían “neoliberalismo”) de desregulación y Estado reducido a la mínima expresión ha fallado claramente. Es la conclusión obvia a la que han llegado montones de libros que se han publicado analizando la crisis financiera. Y sin embargo los ultraconservadores vuelven por todas partes con fuerzas renovadas. Realmente sus representantes han logrado apropiarse del descontento popular, para convertirse en las figuras icónicas de esta crisis financiera; y prometen que, una vez regresen al poder, ¡nos traerán más desregulación, recortes de impuestos y un Estado aún más reducido!

¿Cómo lo han logrado?

Por un lado, se sienten más cómodos interpelando públicamente a la furia popular que los políticos de izquierdas. Los políticos de izquierdas ya no parecen entender la furia de la gente común; es una emoción ajena a ellos. Por otra parte, la derecha está mejor organizada y financiada, hay infinidad de grupos en Washington que trabajan en la construcción de movimientos de base. Mientras tanto, los movimientos de base en la izquierda, es decir, los sindicatos y los movimientos de trabajadores, han continuado su decadencia bajo la presidencia de Obama. Los demócratas, al abrazar la globalización, han permitido la aniquilación de su movimiento social de base. ¿El resultado? En amplias regiones de Estados Unidos no hay ninguna presencia progresista, ninguna argumentación que oponer a la ideología ultraconservadora.

Hablando de movimientos de base, ¿qué es el Tea Party?

El Tea Party es un movimiento de base ultraconservador que utiliza como referencia el“motín del Té” contra los británicos del siglo XVIII. Es un fenómeno surgido en la recesión, que organiza concentraciones (tea parties) en diferentes ciudades para denunciar los rescates de grandes empresas, los impuestos y el tamaño del Gobierno. Su fuerza procede del hecho de que es prácticamente la única reacción de protesta contra el salvamento estatal de Wall Street. Ha conseguido amplificar el lenguaje de protesta de la derecha: la defensa del americano medio, el resentimiento contra las “élites” progresistas, las fantasías victimistas de persecución estatal a ritmo de country, etc. Acusa a Obama de ser una especie de agente socialista o comunista y repite a menudo que, de hecho, no es un estadounidense de pura cepa (en referencia a su nacimiento en Hawaii de padre keniata).

¿Y cuál es su relación con el Partido Republicano?

Los participantes en las tea parties suelen insistir en que no apoyan a ningún partido, que están en contra del sistema bipartidista y que rechazan tanto a George W. Bush como a Obama. Hablan de sí mismos como de un levantamiento popular contra “los políticos y los partidos” que se han vuelto “corruptos, sobornables y elitistas”. Pero es evidente que no existían cuando Bush era presidente y entre sus líderes encontramos el típico reparto de conservadores de Washington: Grover Norquist, Dick Armey y otros importantes representantes republicanos. El comodín de esta baraja es el popular presentador televisivoGlenn Beck, un hombre de la derecha más extremista que utiliza su programa diario para ilustrar sus variadas y asombrosas teorías conspiratorias. Los miembros de las tea partiessuelen ser devotos seguidores del programa de Beck y reproducen sus peculiares explicaciones sobre el funcionamiento del mundo. Es un movimiento contra el poder moldeado y pulido por un grupo de personajes conocidos sobre todo por su habilidad para hacer uso del poder.

Hablas de “lucha de clases invertida”.

Independientemente de otras consideraciones sobre Obama, salta a la vista que procede de los círculos de profesionales liberales, mientras que los participantes en las tea parties son claramente miembros de la clase obrera. Según un perfil que publicó el New York Times, muchos de ellos (como también los votantes de Massachusetts que arruinaron la mayoría de los demócratas en el Senado) han sufrido en sus carnes la recesión: “Las familias destrozadas por el paro, las viviendas embargadas y los fondos de pensiones mermados quieren saber ahora por qué les ha ocurrido esto y buscar a algún culpable”. Todo es cuestión de clases, de lucha de clases. Este es el tema eternamente olvidado en la política estadounidense, la verdad que los conservadores asumen (dándole un sentido muy particular) y que los demócratas no pueden reconocer (para no asustar a los mercados). Así que la historia se repite: la economía de libre mercado se hunde en la recesión y sus víctimas se arrodillan a los pies de la bandera del libre mercado.

Es la misma historia que usted cuenta a propósito de Kansas en su libro.

Como dije en aquel libro, ahora la balanza del descontento se inclina en una única dirección: hacia la derecha más extrema. Si despojan a los habitantes de Kansas de su estabilidad laboral se afilian al Partido Republicano. Si los expulsan de su tierra, lo próximo que sabremos es que se manifiestan frente a clínicas abortivas. Si los ahorros de toda la vida de la gente de Kansas sirven para hacerle la manicura al consejero delegado de una gran multinacional, seguramente la gente acabe uniéndose a la John Birch Society [organización fanática anticomunista de los sesenta] Pero si les preguntas sobre los remedios que proponían sus ancestros (sindicatos, medidas antimonopolio, propiedad pública), es como si les hablaras de la Edad Media.

¿Te refieres a la historia del movimiento populista que también aparece en el libro, verdad?

Sí, el movimiento populista duró un tiempo a lo largo del siglo XIX. Aquellos populistas arremetieron contra el poder de los monopolios y las altas finanzas, y fueron descalificados por los guardianes de la ortodoxia del mercado tal como hoy: anarquistas y comunistas con mono de obrero, profetas del fin de la civilización. Generaciones de historiadores han echado por tierra los estereotipos sobre el movimiento populista original. Ahora sabemos que el programa político de los populistas no era el apocalipsis, sino una serie de medidas sensatas, que luego se impondrían, como el impuesto sobre la renta y las elecciones directas de los senadores. En realidad, el populismo fue el nombre de la democracia en funcionamiento. Pero los ultraconservadores se han apoderado de su lenguaje. Este tipo de populismo derechista ya no asusta a los mercados, porque contribuye a extender su credo. Es la ortodoxia de los mercados con acento de granjero.

LA EXPANSIÓN DE LAS CLASES MEDIAS EN LOS PAÍSES EMERGENTES

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La OCDE acaba de publicar un minucioso Informe, elaborado por el prestigioso economista Homi Kharas, en el que se evalúa el fulgurante desarrollo de las clases medias en los países emergentes.

Definiendo la clase media global como las personas que viven con una renta de entre 10 y 100 dólares al día, Kharas apunta que ha sido el crecimiento económico de países muy poblados el que ha impulsado el ascenso social de grandes masas. El desarrollo más importante del siglo XXI lo experimentará China, que en las dos últimas décadas ha triplicado su PBI y La India, que lo ha doblado. De esta manera, según sostiene el Informe, serían China y La India quienes posibilitarían la recuperación económica global, ya que la nueva clase media resultante proporcionaría el aumento de demanda que el mundo necesita.

El propio Kharas plantea algunas de las incertidumbres que acompañan a este argumento. La principal es si la clase media china se desarrollará lo suficientemente rápido como para sostener su propia economía si las exportaciones comienzan a flaquear. La segunda gran incertidumbre es cómo el resto mundo afrontará el hecho de que el nuevo poder económico mundial proviene de Asia. En cualquier caso, el Informe dibuja un escenario optimista con nuevos actores a los que no hay que peder de vista.

LA ENCRUCIJADA DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA

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Juan Torres
La economía española se encuentra en una situación muy difícil. Su modus operandi de decenios anteriores está completamente agotado y la confluencia de tres factores decisivos (su pertenencia a una unión monetaria sin voluntad de disponer de políticas económicas que resuelvan las asimetrías que se dan entre los países que la componen, los rebrotes de la crisis financiera internacional y la peculiar situación de la política interna española) limitan casi totalmente la capacidad de maniobra que necesitaría el gobierno para logar que España saliera airosa de la situación.

La crisis y los problemas estructurales de la economía española: ¡ya no va más!

En España se produjo también la crisis estructural y el mismo tipo de ajuste neoliberal que en el resto del mundo y que, en última instancia ha sido el que ha provocado la última crisis financiera, una expresión más aunque mucho más grave de las consecuencias que lleva consigo el haber situado al capital y a la especulación financieros en el epicentro de la actividad económica. Pero aquí se ha producido un hecho diferencial que es la que a mi juicio explica que ahora esté sufriendo la crisis de modo también singularizado. Me refiero a la casi completa coincidencia de la crisis estructural y el ajuste con una salida pactada a la dictadura franquista que dejó en gran parte intacto sus modos de operar y los privilegios de los principales grupos de poder económico de la dictadura, y de ambas circunstancias con el tardío proceso de construcción del Estado de Bienestar en España que se inició en la transición y más concretamente con el primer gobierno del partido socialista.

La presencia combinada de todas esas circunstancias es lo que explica que ninguno de esos procesos haya salido como como debiera haber salido para que hubiera fortalecido a nuestra sociedad y a nuestra economía. Y también algunos de sus rasgos estructurales que ahora pesan como una losa sobre nuestra economía:

- La debilidad de las clases trabajadoras y de sus sindicatos en contraste con el gran poder de los principales núcleos oligárquicos conformados durante la dictadura y que todavía siguen dominando los centros de gravedad de la economía española.

- La conformación muy imperfecta de instituciones decisivas como el mercado de trabajo (dual, de poder muy asimétrico y con fuertes residuos coorporativos), el financiero (muy concentrado, protegido y con una perversa influencia sobre el poder político) y el propio sector público, poco eficaz como consecuencia de su gran dependencia de los intereses privados, lo que, entre otras cosas, ha impedido usar con toda su eficacia instrumentos esenciales de transformación social como la política fiscal (que no ha podido imponerse nunca sobre la aversión a los impuestos de las clases adineradas).

- Un gran déficit de capital social y humano y de estructuras de bienestar colectivo que ha influido negativamente en aspectos tan importantes como el desarrollo de la investigación y la innovación o la incorporación de las mujeres a los mercados laborales.

- La dificultosa y traumática vinculación de la economía española con el exterior, esclava del capital extranjero y obligada a competir mediante la especialización empobrecedorea en bienes y servicios de poca calidad y bajo precio y recurriendo periódicamente a la devaluación.

- Una desigualdad originaria en el reparto de la renta que apenas si ha podido ser compensada por las políticas redistributivas y que en todo caso aumenta desproporcionadamente cuando éstas se debilitan.

El modelo social que nació de la combinación de estos rasgos es el que Vicenç Navarro ha denominado con toda razón como de bienestar insuficiente y democracia incompleta. Y el modelo productivo que se ha ido consolidando con esos mimbres es uno de baja productividad al estar basado en el uso más barato posible de la mano de obra; de escasa innovación y bajo valor añadido; dependiente del exterior y parasitario de los negocios, de las rentas y las subvenciones procedentes del sector público; de escasa fortaleza endógena debido a la desigualdad; altamente endeudado como consecuencia de la escasez de las rentas familiares y del poder político de la banca; desindustrializado como consecuencia de la externalización y de la supeditación a los intereses globales del capital extranjero que se ha hecho con las redes empresariales más importantes; con grandes tensiones sobre los precios como consecuencia del poder oligopólico que predomina en la mayoría de los mercados; altamente despilfarrador y gravoso para el medio ambiente; y, como consecuencia de todo ello, con una gran dependencia de la evolución del ciclo, tanto a la hora de generar actividad como, sobre todo, en cuanto a creación y destrucción de empleo se refiere.

Este modelo de crecimiento ya produjo en los primeros años de la transición, más tarde en los ochenta y en 1992-93 crisis y fases de gran debilidad y de pérdida de empleos, perturbaciones financieras muy costosas y desajustes con el exterior que, antes de entrar en la zona euro, se pudieron resolver, como he señalado, a base de sucesivas devaluaciones. Y lo que ha sucedido en los últimos años anteriores a la crisis actual es que todos estos rasgos se acentuaron e incluso se exageraron.

La entrada en el euro supuso inmensas entradas de capitales que favorecieron la acumulación de grandes patrimonios y un gran volumen de ahorro, si bien a cambio de perder la propiedad y el control sobre la práctica totalidad del aparato productivo, de una gran desindustrialización y de convertir así a la economía española en una fuente de renta para el capital extranjero a cambio de unos años de potentes ayudas y subvenciones que sostenían la demanda. Las reformas laborales permitieron la creación de miles de empleos precarios y de quita y pon. Los bancos, con la complacencia explícita de las autoridades monetarias, multiplicaron la oferta de crédito y el crédito abundante y más barato en términos reales en España que en el resto de Europa permitió mantener la demanda de consumo y que las empresas pudieran aumentar su poder de mercado y multiplicar sus beneficios. Los gobiernos establecieron las bases para un funcionamiento cada vez más especulativo y oligarquizado de la actividad económica, limitaron el esfuerzo para la creación de capital social (salvo en el caso de las obras públicas vinculadas al negocio de la construcción), renunciaron a establecer disciplina en los mercados, aliviaron las cargas fiscales sobre las rentas de capital, liberalizaron al máximo los mercados del suelo y la vivienda y todo ello alimentó una gigantesca burbuja inmobiliaria que se retroalimentó, proporcionando más liquidez y un incremento desorbitado de la deuda privada (lo que equivale a decir del negocio bancario, que llegó a ser en España mucho más rentable que en cualquier otro lugar de Europa).

En solo seis años, de 2002 a 2008 el crédito total a residente aumentó un 70% y el endeudamiento neto de la economía española, que había crecido un 82% entre entre 1999 y 2003, lo hizo un 243% en los cuatro años siguientes, dedicándose el 70% de la nueva deuda a la inversión en la burbuja inmobiliaria.

Para mantener el impresionante negocio de la burbuja los bancos y cajas españoles se endeudaron con otros bancos europeos. A diferencia de los de otros países, sus factor de riesgo no fue tanto la exposición a las hipotecas sub prime de Estados Unidos como la acumulación de activos vinculados a la burbuja inmobiliaria. Y, por eso, en lugar de ser receptores de riesgo por esa vía se convirtieron más bien en sus exportadores hacia los bancos que los habían financiado y que ahora se enfrentan temerosos a la situación económica de la banca y la economía españolas.

Por supuesto, ésta última sufrió el impacto de la crisis mundial. Era inevitable, aunque sus bancos no estuvieran tan directamente afectados por la difusión de hipotecas basura y sus derivados como los de otros países, porque, en todo caso, les afectaba el racionamiento del crédito que produjeron las quiebras bancarias y la desconfianza generalizada y, enseguida que estalló la burbuja en España, su propia descapitalización interna. Así que, al igual que en otros lugares, la banca española también cerró el grifo de la financiación a la economía provocando todo lo más que se podía extender la destrucción de actividad y de empleo.

Pero, a diferencia de lo ocurrido en otros países, el problema de la economía española era que hubiera entrado en crisis incluso aunque no se hubiera producido la financiera de nivel internacional.

Agotado su modelo badado en la actividad inmobiliaria y en la generación de deuda privada, la economía española estaba condenada a caer en barrena con independencia de lo que hubiera sucedido con las hipotecas basura.

Sin capacidad de maniobra

Ante esta situación el gobierno reconoció, aunque muy tardíamente que la economía española no puede seguir desenvolviéndose como hasta ahora y ha propuesto un cambio de modelo y la puesta en marcha de estrategias de recambio productivo. Aunque la mayoría de ellas se las ha llevado el viento de la recesión cuando el gasto para evitar el colapso y satisfacer la demanda de recursos de la banca ha desbocado el déficit público, que ha llegado al 11,4% del PIB en 2009.

Así se ha alcanzado una encrucijada muy delicada porque, por un lado, haría falta más gasto contracíclico pero, por otro, no hay ya prácticamente más capacidad para aportarlo. O se incurre en un gran sobrecoste en los mercados y se sufren los ataques especulativos y la extrosión política orientada a garantizar el pago y a evitar que de esa forma se afecte no solo a la imagen como deudor de España sino a la divisa europea... o se cambia de política, algo a lo que no parece estar muy dispuesto el gobierno ni para lo que se ha generado el clima y el poder social que pudieran hacer factible el cambio de estrategia.

Lo que está ocurriendo entonces es que, en lugar de que España viva una evolución de la crisis más o menos acompasada con el resto de los países centrales de la Unión Monetaria, sufre lo que llamamos un típico impacto asimétrico con respecto a ellos y como consecuencia, en este caso, de la debilidad añadida que le produce su modelo económico agotado.

El problema al que ahora se enfrenta España es el que advertimos muchos economistas en su día: una unión monetaria imperfecta que no dispone (porque se ha renunciado explícitamente a ello) de mecanismos de coordinación y reequilibrio.

Los teóricos de las uniones monetarias demostraron hace años que, en esas condiciones, es inevitable el desenganche de las economías impactadas, que sufren un deterioro en actividad y empleo que puede llegar a ser irreversible.

En esta coyuntura se añade además un factor que agrava la situación. Sabiéndose que es inevitable que se produzca, como se está produciendo, este desenganche, y conociéndose que la Unión Europea no tiene hoy día otra respuesta política que el más de lo mismo y ningún instrumento económico que pueda evitarlo, se está haciendo una verdadera y explícita llamada a quienes sostienen la deuda de la periferia europea, que seguramente no es ni la más elevada ni la más arriesgada desde el punto de vista de los compromisos de pago, pero sí la soportada por los estados política y económicamente más debiles y maniatados.

Es verdad que eso ha sido siempre así, o al menos eso es lo que ha ocurrido en los últimos decenios en diversos países y situaciones. Pero ahora el agravante es que, como secuela de los continuos ramalazos de la inconclusa crisis que vivimos, y como resultado de la financiación tan generosa de los bancos centrales y gobiernos a la banca internacional, la especulación financiera se encuentra de nuevo desatada.

La criminal paradoja que se está produciendo es que los bancos crearon la crisis, hundieron las economías, obligaron a que los estados se endeudaran para salvarlos y evitar la debacle y, puesto que ya no disponen de banca pública que hubiera podido hacerlo en otras condiciones, deben recurrir a los propios bancos privados que provocaron la crisis que así hacen ahora un negocio redondo suscribiendo la deuda. Y gracias al poder que mantienen impondrán condiciones draconianas a los gobiernos para que los recursos vayan, antes que nada, a retribuirla y garantizarla.

Finalmente, no se puede dejar de mencionar la debilidad añadida que provoca la peculiar situación política española. La derecha, en una gran parte formada y consolidada en torno a los grupos de poder nacidos del franquismo, no está dispuesta de ninguna manera a ceder en la presión continua al gobierno que, para colmo, se viene enfrentando a la crisis con análisis erróneos, zigzagueando, sin proyecto, cada vez con menos credibilidad y con un liderazgo social más debilitado que nunca. Y, por otro lado, los sindicatos no terminan de tomar el timón de los intereses de los clases trabajadoras y los grupos la izquierda del partido socialista se encuentran divididos y debilitados.

España lo tiene difícil. No puede hacer frente a la quiebra de un modelo y a la ofensiva especuladora por sí misma porque ni tiene fuerza endógena ni instrumentos para hacerles frente. No tiene salida sin Europa pero el neoliberalismo que impregna a esta Europa es el responsable de gran parte de sus males.

LA CIVILIZACIÓN EMPÁTICA, de Jeremy Rifkin

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Necesitamos una conciencia planetaria para resucitar la economía y revitalizar la biosfera. ¿Imposible? No, en absoluto. La ciencia demuestra que el ser humano progresa reduciendo su egoísmo y ampliando su empatía

Dos espectaculares colapsos, separados por sólo 18 meses, han marcado el fin de la era contemporánea. En julio de 2008, el precio del petróleo en los mercados mundiales alcanzó la cifra récord de 147 dólares por barril, la inflación se disparó, y con ella todos los precios, desde los alimentos a la gasolina, y el motor de la economía mundial se atascó. Lo que precipitó la crisis fue la creciente demanda de combustibles fósiles de China, India y otras economías emergentes. La capacidad de compra se desplomó y la economía mundial se derrumbó. Ese fue el terremoto que hizo trizas esa época industrial. El colapso de los mercados financieros dos meses después no fue más que una réplica.

En diciembre de 2009, mandatarios de 192 países se reunieron en Copenhague para abordar el problema que supone la factura de entropía acumulada de una revolución industrial basada en los combustibles fósiles: el gasto en CO2 que está recalentando y desequilibrando el planeta hasta llevarlo a un catastrófico cambio climático. Después de años de preparación, las negociaciones fracasaron y los líderes del mundo fueron incapaces de un acuerdo.

La crisis radica en la concepción de la naturaleza humana que rige el comportamiento de los líderes mundiales y cuyos presupuestos surgieron hace más de 200 años, durante la Ilustración, en los albores de la economía de mercado y de la era del nacionalismo. A los pensadores ilustrados -John Locke, Adam Smith, Condorcet, etcétera- les ofendía la concepción cristiano-medieval del mundo que, viendo en el hombre a un ser indigno y depravado, aspiraba a la salvación ultraterrena a través de la gracia de Dios. Preferían sumarse a la idea de que la esencia humana es racional, distante, autónoma, ambiciosa y utilitarista, propugnando que la salvación individual está aquí en la Tierra, en un ilimitado progreso material.

La concepción ilustrada de la naturaleza humana se reflejó en el recién acuñado Estado-nación, cuyo objetivo era proteger la propiedad privada, estimular el mercado y servir de intermediario a los intereses de la ciudadanía en el ámbito internacional. Se consideraba que los Estados-nación eran agentes autónomos envueltos en una incesante batalla con otras naciones por la obtención de ganancias materiales.

Si la naturaleza humana es como indicaban los filósofos ilustrados, probablemente estemos condenados. Imposible concebir cómo podríamos crear una economía mundial sostenible y devolverle la salud a la biosfera si todos nosotros, en nuestra esencia biológica, somos agentes autónomos, egoístas y materialistas.

Sin embargo, los últimos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y el desarrollo infantil nos obligan a repensar esos arraigados dogmas. Los biólogos y los neurocientíficos cognitivos están descubriendo neuronas espejo, llamadas de la empatía, que permiten a los seres humanos sentir y experimentar situaciones ajenas como si fueran propias. Parece que somos los animales más sociales y que buscamos interactuar íntima y amigablemente con nuestros congéneres.

Por su parte, los científicos sociales están comenzando a reexaminar la historia con una lente empática, descubriendo así corrientes históricas ocultas que sugieren que la evolución humana no sólo se calibra en función del control de la naturaleza, sino del incremento y la ampliación de la empatía hacia seres muy diversos y en ámbitos temporales y espaciales cada vez mayores. Las pruebas científicas de que somos una especie básicamente empática tienen consecuencias sociales profundas y de gran alcance, y podrían determinar nuestra suerte como especie.

Para resucitar la economía mundial y revitalizar la biosfera, lo que ahora necesitamos es, nada más y nada menos, que dar, en menos de una generación, el salto hacia una conciencia empática mundial. La cuestión es la siguiente: ¿cuál es el mecanismo que permite la maduración de la sensibilidad empática y la expansión histórica de esa conciencia?

Los momentos cruciales que dan un vuelco a la conciencia humana tienen lugar cuando nuevos sistemas energéticos se conjugan con revoluciones en las comunicaciones, creando nuevas eras económicas. Los nuevos medios de comunicación se tornan mecanismos que rigen y controlan la estructuración, organización y gestión de las civilizaciones más complejas que los nuevos sistemas energéticos posibilitan. La primera revolución industrial del siglo XIX, gestionada gracias a la comunicación impresa, dio paso a la conciencia ideológica. La comunicación electrónica se convirtió en el mecanismo rector y de control de la segunda revolución industrial del siglo XX, que marcó el inicio de la conciencia psicológica.

Las revoluciones en las comunicaciones, al hacerse más complejas, van poniendo en contacto a cada vez más gente dentro de redes sociales más amplias y variadas. La comunicación oral tiene un limitado alcance temporal y espacial, mientras que las comunicaciones manuscrita, impresa y electrónica amplían el margen y la profundidad de las interacciones sociales.

Al desarrollar el sistema nervioso central de cada individuo y del conjunto de la sociedad, las revoluciones en las comunicaciones no dejan de proporcionar escenarios cada vez más incluyentes para la maduración de la empatía y la expansión de la conciencia. Durante la primera revolución industrial, caracterizada por la imprenta y la conciencia ideológica, la sensibilidad empática se extendió hasta alcanzar las fronteras nacionales, de manera que los estadounidenses se identificaban con los estadounidenses, los españoles con los españoles, los japoneses con los japoneses, etcétera. Durante la segunda revolución industrial, caracterizada por las comunicaciones electrónicas y la conciencia psicológica, los individuos empezaron a identificarse con otros de ideas afines.

Hoy en día nos encontramos en la cima de otra convergencia histórica, en una tercera revolución industrial de la energía y la comunicación, que podría extender la sensibilidad empática a la propia biosfera y a toda la vida terrena. La repartida revolución de Internet se está conjugando con la diseminación de las energías renovables, haciendo posible una economía sostenible que se gestiona localmente con vínculos en todo el mundo. Durante el siglo XXI, cientos de millones de personas transformarán sus edificios en centrales productoras de energía que producirán in situ fuentes renovables, almacenándolas en forma de hidrógeno y electricidad compartida, e intercambiándolas a través de retículas locales, regionales, nacionales y continentales de funcionamiento similar al de Internet. En el ámbito energético, al igual que en el de la información, la difusión de fuentes de código abierto dará lugar a espacios de colaboración energética, no diferentes a los de índole social que en la actualidad existen en Internet.

Si conseguimos aprovechar nuestra sensibilidad empática para instaurar una nueva ética mundial habremos superado los distantes, egoístas y utilitaristas presupuestos filosóficos que acompañaban a los mercados nacionales y el orden político de los Estados-nación, situándonos en una nueva era de conciencia biosférica. Así, dejaremos el antiguo mundo de la geopolítica para entrar en la nueva era de la política de la biosfera. Esta nueva perspectiva va más allá de la tradicional divisoria entre conservadores y progresistas que caracteriza la geopolítica actual de la economía de mercado y el Estado-nación. La nueva divisoria es generacional y enfrenta el jerárquico modelo de organización familiar, educativa, comercial y política con otro más cooperativo y cosmopolita que, en su funcionamiento y sus espacios sociales, favorece los ámbitos comunes del código abierto. Para la generación de Internet, la calidad de vida se torna tan importante como la oportunidad individual.

Está surgiendo la civilización empática. Las generaciones más jóvenes están llevando su capacidad de empatía más allá de los credos religiosos y la identificación nacional, incorporando así a toda la humanidad y al ingente proyecto vital que envuelve la Tierra. Pero nuestra prisa por alcanzar la conectividad universal empática tropieza con un gigante entrópico en constante aceleración: el cambio climático. ¿Podremos alcanzar la conciencia biosférica y la empatía mundial a tiempo de evitar el derrumbe planetario?

Jeremy Rifkin, economista y escritor, es asesor de la UE y de diversos presidentes -incluido el español- en cambio climático, seguridad energética y desarrollo sostenible. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.

PARA QUÉ Y PARA QUIÉNES REFORMAR LAS CAJAS DE AHORRO

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Fernando Moreno Bernal – ATTAC Cádiz

El próximo 20 de Abril se celebrarán elecciones en la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) las más disputadas por trascendentes de su historia. En ellas nos jugamos el futuro de un modelo social de entidades financieras vinculado al territorio, único en el mundo al servicio de familias, pequeñas y medianas empresas según la normativa y estatutos que conforman su naturaleza jurídica. Las tensiones internas se han manifestado en las declaraciones, entrevistas y abrupta dimisión de su Presidente Juan Ramón Quintás tras el último Consejo de la CECA celebrado en Sevilla el pasado 17 de Marzo. En el fondo del debate se dilucidan intereses sociales contrapuestos. Habrá beneficiados y perdedores según se resuelva la lucha interna. ¿Qué debemos defender desde la defensa del interés de la ciudadanía? ¿A qué proyecto responden las diferentes posturas y a quienes beneficia y perjudica cada una de ellas?

En el último año, desde que se aprueba el Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (FROB), asistimos a una campaña mediática patrocinada por la gran banca a través de los medios de comunicación controlados por ellos cuestionando la solvencia, viabilidad futura y, sobretodo, la naturaleza jurídica de las Cajas de Ahorros. Postura que es defendida desde el Ministerio que dirige Elena Salgado y desde el Banco de España por Miguel Ángel Fernández Ordóñez.

La realidad de Bancos y Cajas de Ahorros

¿Qué hay de verdad? Ángel Berges y Francisco J. Valero [1] de Asesores Financieros Internacionales (AFI) dicen que las cajas de ahorros tienen algo más de peso inmobiliario en su cartera crediticia que los bancos (20% las cajas, versus 16% los bancos), pero éstos tienen mucho mayor peso en dos categorías de crédito (consumo y pymes), cuya tasa de morosidad ha comenzado a repuntar recientemente de forma mucho más rápida que la del sector inmobiliario, y se espera que lo haga con mayor intensidad en próximos meses.

Se debe considerar también la pérdida neta de recuperaciones en caso de impago, y es mucho más intensa en las dos categorías en las que la banca está más expuesta. Si se consideran ambos efectos, morosidad y pérdida neta de recuperaciones, las pérdidas esperadas serán muy similares en bancos y cajas de forma agregada.

En cuanto al saldo vivo de crédito de bancos y cajas cayó en España en torno al 1% (20.000 millones de euros) en 2009. Los bancos redujeron en algo más de 13.000 millones su crédito vivo, frente a una caída de 7.000 en las cajas, cuando ambos sectores tienen un saldo vivo de crédito prácticamente similar. No puede decirse, por tanto, que las cajas hayan echado el cierre del “grifo crediticio” por estar financieramente mal o por su tardanza en sanearse o reestructurarse.

La conclusión de Ángel Berges y Francisco J. Valero es que la posición financiera agregada de las cajas no es peor que la de los bancos, independientemente que haya Cajas y bancos más o menos solventes. La crisis afecta a todos pero en distinta medida según haya sido la prudencia en su gestión y la asunción de mayor o menor riesgo en la vorágine del crecimiento especulador previo al estallido de la crisis.

Los intereses en juego

Desde el primer Gobierno de la democracia se instituyó que los/as ministras de Economía tenían que tener el beneplácito previo de los grandes bancos con el argumento de que “con las cosas de comer no se juega”. Desde Miguel Boyer hasta la actual Elena Salgado ha sido así. Emilio Botín, Presidente del Banco Santander no tuvo ningún recato en señalar a Pedro Solbes como su hombre en el Gobierno. No debe extrañarnos que se defiendan desde el Ministerio los intereses de la gran banca a costa del modelo vigente de Cajas de Ahorros, y tan sólo se cuente con economistas y técnicos en extremo liberales, la mayoría de ellos vinculados con el Opus Dei.

La salida a la crisis se enfoca buscando prioritariamente el crecimiento del PIB. En España 1.400 personas (0,035% de la población total) que integran los Consejos de Administración de la banca, Cajas de Ahorros y grandes empresas participadas por ellos controlan el 80,5% del PIB [2]. El poder de este reducidísimo grupo que personalizan el capital en España se ha visto incrementado en los últimos veinte años con los procesos de privatización de las empresas públicas, patrimonio común de toda la ciudadanía que mal vendida ha pasado a incrementar su patrimonio particular y a internacionalizarse. Su beneficio privado empresarial y creación de empleos ya no responden a los intereses mayoritarios de la ciudadanía española. La lógica de querer incrementar el PIB lleva a responder a las exigencias de este reducido número de personas que lo controla, y que hoy quieren incrementar su poder del mercado financiero español a costa de las pequeñas y medianas Cajas de Ahorros. Este proceso de concentración ha supuesto en 2009 la supresión de 1.577 oficinas y de más de 6.000 puestos de trabajo, cuyo coste se ha cargado a la Seguridad Social mediante prejubilaciones y al INEM.

El modelo de Cajas que defienden la banca, la Caixa, Caja Madrid, otras grandes Cajas, Banco de España y el Ministerio de Economía y Hacienda, y que se representa en la candidatura a la Presidencia de la CECA de Isidro Fainé, actual Presidente de la Caixa, pasa por desmontar la democracia económica y política del vigente modelo incorporando derechos políticos a las cuotas participativas sin límites, lo que abriría la puerta a la paulatina reducción de la importancia proporcional de los actuales bloques representativos en su Asamblea General, poniendo como excusa las exigencias de Basilea III y la necesidad de captar ¿capital de calidad?; “despolitizarlas” de su influencia de los políticos locales y autonómicos para que estén exclusivamente al servicio de los intereses “políticos privados de la minoría social poseedora de capital” desvinculándolas de los intereses de la población residente en un determinado territorio; bancarizar los procesos de fusión, sean con el modelo de Sistema Institucional de Protección (SIP) o de fusión e integración de diferentes Cajas en una de tal forma que la resultante ya sean en si bancos. Por último, se producirán todas las presiones sobre Amado Franco, actual Presidente de Ibercaja, candidato de las pequeñas y medianas para que retire su candidatura antes del 20 de Abril, que muy posiblemente lo hará.

Cajas de Ahorros para una salida de la crisis para las personas

Si buscamos la salida de la crisis del capitalismo financiero para las personas el empleo y la actividad productiva serán sus prioridades. Una política de pleno empleo pasa por anteponer los intereses de 45 millones de personas residentes en España sobre los de 1.400. La economía de cercanía es la que mantiene la actividad representando más del 80% de la actividad y el empleo. De ella depende la demanda interna y el mercado de las pequeñas y medianas empresas, y se fortalece con el mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios, programas de protección y la creación de empleo. El apoyo público para salir de la crisis debe dar prioridad a los sectores que atienden a los mercados interiores y no al sector exterior, para reforzar así una economía de cercanía que centre sus objetivos en satisfacer demandas reales de la población y persiga sobre todo la creación de empleo en los distintos territorios. Agricultores y ganaderos deben ser sacados de su situación de agonía para defender nuestra soberanía alimentaria. Dos de los sectores estratégicos a potenciar desde la intervención estatal han de ser las infraestructuras sociales y la economía verde.

Se ha de garantizar desde los poderes públicos las necesidades de financiación de las PYMES, especialmente de la economía social, e incrementar la cobertura social de las familias bajo el umbral de la pobreza. Ello requeriría potenciar la banca pública, y ante su carencia actual por las privatizaciones, reforzar el control social y democrático de las Cajas de Ahorros en lugar de eliminarlos y la puesta en funcionamiento de forma progresiva de una Renta Básica de Ciudadanía.

Desde una clara opción de defensa de los intereses de las personas los representantes de los bloques representativos de Comunidades Autónomas y municipios, sindicatos e impositores de las actuales Cajas de Ahorros deberían movilizarse antes del 20 de Abril para exigir a sus Presidentes un claro posicionamiento en la votación de:
- Defensa de la actual naturaleza jurídica de las Cajas como prioridad, recuperando su vinculación con las necesidades sociales y los territorios de sus Comunidades Autónomas.
- Consolidación del control político y social democrático de las mismas, incluyendo la determinación de los porcentajes y fines de su Obra Social.
- Modificar la forma de elección de los impositores para garantizar su representatividad al margen de su poder adquisitivo (el 98% del total de impositores no está representado) primando la constitución de asociaciones representativas y aumentando el poder real de sus competencias. Fortalecer la representación de Sociedades de Economía Social para anclar su actividad a la economía real productiva del territorio.
- Buscar formas de capitalización diferentes a la accionarial

El 20 de Abril no sólo está en juego quién será el próximo Presidente de la CECA. Estará en juego el futuro de la naturaleza jurídica de las Cajas de Ahorros, al servicio de qué y de quienes.

NOTAS:
[1] Berges, ángel y Valero, Francisco J. “Bancos y Cajas: debate permanente” El País. Negocio 21.03.10
[2] Santos Castroviejo, Ignacio, (2008) “Una aproximación a la red social de la élite del poder económico en España” ponencia presentada a las XI Jornadas de Economía Crítica, 28 de Marzo 2008. Citado por Torres, Juan en “La Crisis Financiera: Guía para entenderla y explicarla” Pág. 26 Edit. ATTAC 2009

LOS VALORES DE LA ECONOMIA POSTCRISIS. EL NUEVO FBI.

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 FREI BETTO

La crisis financiera que se desencadenó a partir de setiembre de 2008, exige una profunda reflexión y un cambio de actitudes por parte de todos. Ella incluye una crisis más profunda, la del modelo de civilización, ¿Qué es lo que queremos: un mundo de consumidores o un mundo de ciudadanos?

Los gobiernos actúan frente a las oscilaciones del mercado. La mano invisible ha sido amputada por los hechos. La descuajeringada desregulación de la economía requería la acción reguladora de los gobiernos. El mercado, encerrado en sí mismo, cayó en la confusión y perdió de vista los valores éticos para concentrarse en los valores monetarios. Fue víctima de su propia desmedida ambición.

La crisis nos impone hoy un cambio de paradigmas. ¿Qué significa la robustez de los bancos frente a la escuálida imagen de mil millones de hambrientos crónicos? ¿Por qué en los primeros meses los gobiernos del G8 destinaron cerca de 1.500 millones de dólares (hoy llegan ya a los 18.000 millones) para evitar el colapso del sistema financiero capitalista y apenas (prometieron en L’Aquila(1), todavía no cumplieron) 20.000 millones de dólares para reducir el hambre en el mundo?

¿Se quiere salvar al sistema financiero o a la humanidad?

Una economía centrada en valores éticos tiene, en primer lugar por objeto, la reducción de las desigualdades sociales y el bienestar de toda la gente. Sabemos que actualmente más de 3.000 millones –casi la mitad de la humanidad – viven bajo la línea de pobreza y 1.300 millones bajo la línea de la miseria. La falta de alimentación suficiente siega la vida de 23.000 personas por día- El 80% de la riqueza mundial se halla concentrado en las manos del 20% de la población del planeta.

Si no se cambia este panorama la humanidad se encaminará hacia la barbarie. Los gobiernos deberían hallarse más preocupados por el crecimiento del IDH ( Indice de Desarrollo Humano) más que por el del PBI. Lo que actualmente importa es el FBI (Felicidad Interna Bruta). La mayoría de las personas no pretenden ser ricas, quieren ser felices.

La crisis nos lleva a preguntarnos ¿qué proyecto de sociedad les legaremos a las futuras generaciones? ¿Para qué sirven tantos avances científicos y tecnológicos si la población no cuenta con servicios de salud accesibles y eficaces, con educación gratuita y de buena calidad, con un transporte público ágil y eficiente, con saneamiento básico, viviendas dignas, derecho al ocio?

No es ético, ni por lo tanto humano, un sistema que privilegia el lucro privado por sobre los derechos comunitarios: la especulación frente a la producción, el acceso al crédito sin el respaldo del ahorro, no es ético un sistema que crea islas de opulencia rodeadas por todos lados de miseria.

Una ética para un mundo en crisis tiene como base el bien común sobre las ambiciones individuales, el derecho del Estado a regular la economía y a asegurar a la población los servicios básicos, el cultivo de los bienes espirituales que son infinitos y más importantes que el consumo de los bienes finitos, materiales.

La ética de un nuevo proyecto de civilización incorpora la preservación ambiental al concepto de desarrollo sustentable, valora las redes de la economía solidaria y del comercio justo, fortalece la sociedad civil organizada como reguladora del accionar del poder público.

Ya el viejo Aristóteles enseñaba que el mayor bien que todos buscamos –hasta llegar a hacer el mal– no se vende en el mercado: es la propia felicidad. Ahora bien el mercado, no pudiendo convertir este bien en un producto comercializable, trata de convencernos de que la felicidad es una suma de placeres. Ilusión que provoca frustración y agranda el contingente de fracasados espirituales rehenes de medicamentos antidepresivos y de drogas ofrecidas por el narcotráfico.

Lo peor de una crisis es no aprender de ella. Y que en el esfuerzo de minimizar sus efectos, nadie se preocupe por suprimir sus causas. Tal vez las religiones no tengan respuestas que nos ayuden a encontrar nuevos valores para un mundo postcrisis. Pero la tradición espiritual de la humanidad, tiene ciertamente mucho que decir porque es en la espiritualidad que las personas se perciben a sí mismas y se miden. Cuando falta en cambio se ciegan y se confunden. El ser humano tiene sed de Absoluto.

Acostumbro a decirles a los empleados que me esperan en las puertas de los negocios: “Estoy haciendo sólo un paseo socrático” Y antes sus ojos asombrados les explico: “Sócrates fue un filósofo griego, que también disfrutaba paseando por las calles comerciales de Atenas. Cuando los vendedores como ustedes lo asediaban respondía: “Estoy observando simplemente la cantidad de cosas que no necesito para ser feliz”.

EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE ES ...

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LA UNIÓN EUROPEA SE SOMETE A LOS FONDOS ESPECULATIVOS

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ATTAC-Francia
Los ministros de finanzas de los 27 países, reunidos en Bruselas el 16 de marzo de 2010, para aprobar un tímido proyecto de regulación de los fondos especulativos (los famosos hedge funds) propuesto por la Comisión europea, han diferido su tratamiento para mejor oportunidad. Han preferido sin duda esperar a que los fondos especulativos terminen de desestabilizar el euro y la libra esterlina, antes de decidirse a poner en marcha un proyecto de regulación de dichos fondos.

Las medidas propuestas eran sin embargo fuertemente minimalistas. No se trataba de reducir su exorbitante rentabilidad, ni de limitar los efectos “palanca” que les permiten especular con dinero prestado. La Comisión deseaba simplemente que para obtener un “pasaporte europeo” los fondos especulativos se registraran ante las autoridades financieras y aseguraran una mayor transparencia operativa. Hasta dejaba la puerta abierta a los fondos depositados en los paraísos fiscales. Pero los EEUU y Gran Bretaña ven con malos ojos esos atentados a la libre especulación. Ante las reticencias de Washington y de Londres, Michel Barnier, el Comisario europeo y los 27 ministros decidieron que apremiaba esperar.

Es una muy mala noticia para Grecia y para el conjunto de los pueblos europeos. La Unión europea agita en estos momentos la amenaza de regular los CDS (Credit Default Waps) mediante los cuales tales fondos especulativos pueden poner a Grecia de rodillas antes de atacar a otras víctimas.

Aunque insuficientes, estas propuestas hubieran constituido al menos una señal de buena voluntad de la UE de comprometerse a controlar los mercados financieros.

Pero la decisión de los ministros europeos les ha hecho perder toda credibilidad en la materia y los hedge funds saben ahora que podrán continuar, con toda tranquilidad, su devastadora tarea. Para ATTAC es urgente que los ciudadanos hagan valer su exigencia de establecer un impuesto al conjunto de las transacciones financieras y una fuerte regulación a los mercados financieros, en especial a los productos derivados, con el objeto de poner fin a la depredación financiera.

LOS ARGUMENTOS DE LA PATRONAL SOBRE LOS SALARIOS Y LA CRISIS

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Juan Torres


Ya he escrito aquí varias veces en los últimos meses sobre lo contraproducente que sería reducir los salarios como vía para salir de la crisis. Y mucho más cuando se trata de una crisis como la que estamos viviendo que no ha estado provocada precisamente por incrementos desorbitados de los costes salariales sino por una perturbación en el sistema financiero que ha dejado sin financiación a la actividad real, lo que a su vez ha provocado su disminución y la subsiguiente pérdida de empleo.

Incluso en España, en donde ha habido otros factores coadyuvantes (la hipertrofia del sector inmobiliario, la baja productividad o la escasa competitividad exterior, entre otros: ver mi artículo "La encrucijada de la economía española" en el nº 173 de Le Monde Diplomatique), nadie puede decir con fundamento que la crisis -o cualquiera de éstos tres últimos factores- hayan sido originados por la existencia de salarios más elevados que en otros países de nuestro entorno.

Y si hay algo que es evidente es que para salir de una crisis lo que principalmente habría que hacer sería resolver los problemas que la han causado y no otros. Pero como la patronal y sus economistas en nómina siguen tratando de convencer a la sociedad española de que lo único que hay que hacer, llueva, nieve, truene o haga sol, es bajar los salarios, conviene volver de nuevo sobre el asunto.


Me referiré ahora a los argumentos que da el presidente de la Comisión Económica de la CEOE, José Luis Feito, en un artículo reciente publicado en la revista de la Cámara de Comercio de Madrid). En él afirma que “cuanto más caigan los salarios por persona ocupada y hora trabajada, mayores serán las posibilidades de aumentar el empleo e impulsar la actividad productiva”. La primera conclusión, que así aumenta el empleo, es simplemente el resultado de asumir una hipótesis totalmente discutible: que el nivel de empleo se establece exclusivamente en el mercado de trabajo y en función del nivel de salario. De ello se deduciría, según la patronal española que sigue la ideología liberal cuando le conviene, que si todos los parados españoles aceptaran trabajar, pongamos que por dos euros a la hora, serían inmediatamente contratados por las empresas españolas, con independencia de que estas dispongan de liquidez suficiente o de compradores o clientes para sus productos. ¿Alguien puede creerse semejante simplificación?

La segunda conclusión es exactamente igual de débil que la primera: ni siquiera a salario cero en el mercado de trabajo se garantiza (más bien lo contrario) que haya demanda de bienes suficiente para que las empresas tengan actividad productiva. Por el contrario, lo que sabemos es que su impulso no podría darse sin un nivel adecuado de demanda y que ésta solo es en una gran medida posible si hay capacidad de gasto suficiente que, a su vez, depende muy directamente de la masa salarial porque sabemos que la renta salarial no se destina en su mayor parte al consumo de bienes y servicios.
Otra tesis que defiende Feito y la patronal es que es necesaria la “contracción salarial en España para fomentar la competitividad".

No niego que con salarios más bajos las empresas españolas podrían ser más competitivas pero ¿compitiendo con quién y con qué? Obviamente, con países más pobres que nosotros y empobreciéndonos nosotros mismos porque es también una evidencia clamorosa que los países más avanzados y los que usan la competitividad como una palanca de progreso y no solo como fuente de buenas ganancias para unos pocos no la basan en la disminución de los salarios sino en mayor calidad, mejor tecnología, innovación, etc.

La realidad es la contraria de la que dice Feito y la patronal: la tradicional existencia de salarios bajos en España (como ellos proponen que siga ocurriendo) es lo que ha desincentivado la innovación y lo que ha hecho relativamente más costoso para las empresas mejorar su competitividad por otras vías. Con sus propuestas lo que hace la patronal es mantener el estatus quo productivo que, aunque a las empresas con poder de mercado proporciona buenas rentas, es precisamente el que no hace a todos (incluidas por supuesto las empresas que de verdad crean empleo y riqueza) más frágiles en las crisis. No al contrario.

Otro error de la patronal consiste en defender al mismo tiempo dos medidas prácticamente incompatibles: reclamar salarios más bajos y mayor productividad. No solo es erróneo (porque, como sabemos bien desde los tiempo de Adam Smith, los salarios suficientes y las buenas condiciones de trabajo, así como el capital social suficiente, son la mejor garantía de que aumente la productividad) sino que además es bastante cínico. Basta comprobar los recursos que destinan las empresas españolas a innovación o qué propone la patronal en materia de inmigración para comprobar que la práctica dominante es optar por la mano de obra menos productiva pero más barata. También interpreta Feito que ha sido la subida de los costes salariales en 2008 y 2009
lo que explica que en España se haya perdido más empleo que en otros países, y vuelve a obviar cualquier otra circunstancia determinante que no sea el precio en el mercado de trabajo: nada tiene que ver con ellos ni la especialización productiva de nuestra economía, ni nuestro modelo de crecimiento desequilibrado, despilfarrador, dependiente y desvertebrado, ni nuestra carencia de gasto y capital social... es decir, los rasgos que precisamente la patronal, la banca y sus ideólogos han impuesto en los últimos años y que son los que crean condiciones estructurales en las que es imposible que se cultive empleo productivo y estable.

Finalmente, José Luis Feito proporciona una explicación típica del liberalismo más irrealista para explicar el hecho evidente de que “un volumen muy elevado de paro antes o después ejerce una poderosa presión a la baja sobre los salarios reales”. En su opinión, eso se produce porque "los trabajadores en el paro pierden productividad en proporción a la duración del desempleo" (una expresión errónea porque un parado no tiene productividad alguna por definición. Otra cosa es que en el paro pierdan formación, destrezas, etc., que hagan que a su vuelta al trabajo pudiera tener menos productividad pero eso es algo que es más probable que ocurra cuanto más se tienda al modelo de salarios bajos y baja productividad) y, por tanto, sigue diciendo,“sólo se podrán recolocar percibiendo salarios que reflejen esta menor productividad”. Una pura tautología que se basa en entender que la mayor o menor productividad del trabajador depende de su circunstancia personal y a la que necesariamente hay que recurrir cuando no se toman en cuenta otras variables ni circunstancias que no sean la del propio mercado de trabajo.

Como demostró hace ya mucho tiempo Kalecki lo cierto es que el paro hace bajar los salarios reales porque debilita a los trabajadores y disminuye su poder de negociación. Porque de ese poder es de lo que de verdad depende el nivel salarial, y por eso detrás de todas las propuestas liberales lo que hay es el intento de debilitar el de los trabajadores.
Nos iría a todos mejor si nos dejásemos de zarandajas pretendidamente asépticas y teóricas y hablásemos claro: lo único que ciertamente sabemos que ocurriría si subieran los salarios es que bajaría el nivel de beneficios de las empresas, es decir, que se alteraría el patrón de distribución de la renta y la riqueza. Y lo que está por demostrar es que para que la economía funcione debe seguir dándose un reparto tan desigual como el actual. Sobre todo, cuando acabamos de comprobar a dónde nos lleva una distribución de la renta tan desigual, que la acumulación de beneficios extraordinarios en las grandes empresas solo alimenta la especulación y las actividades improductivas y que lo que de verdad paraliza a los empresarios que de verdad sacan día a día adelante el empleo y la actividad económica en España no son los costes salariales sino la falta de mercado, de financiación adecuada y de entorno que las proteja e impulse.

¿EL SUR LE DEBE AL NORTE?

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Esther Vivas

El pago de la deuda externa de los países del Sur es uno de los principales instrumentos de sometimiento de éstos a la globalización neoliberal en manos de las elites políticas y económicas globales y nacionales. Se trata de un lastre que condena a la pobreza a centenares de miles de personas que ven como los bienes y los recursos naturales de sus países son expoliados, privatizados, exportados... en aras de pagar una deuda que para nada repercute en el bienestar de la población.

Un monto que aumenta día a día. Si sumamos el dinero transferido por parte de estos países desde los años 80 hasta la actualidad, observamos como la suma inicial de la deuda ha sido pagada con creces, diez veces más, pero, paradójicamente, estos países están cinco veces más endeudados. Es lo que el movimiento contra la deuda externa ha llamado “la espiral de la deuda”, una lógica de dependencia Sur-Norte que reporta importantes beneficios tanto a instituciones internacionales como nacionales. En el año 2005, por ejemplo, los países del Sur transfirieron al Norte en concepto del pago de la deuda casi 551 mil millones de dólares, cinco veces lo que los países del Norte les prestaron como Ayuda Oficial al Desarrollo, unos cien mil millones de dólares.

El aniversario, estos días, de los diez años de la organización de la Consulta Social por la Abolición de la Deuda Externa, que tuvo lugar el 12 de marzo del 2000, y que movilizó a miles de personas en el Estado español recogiendo un millón de votos contra el pago de la deuda, nos recuerda que hoy, como antes, es necesario seguir exigiendo la anulación incondicional de esta deuda ilegítima. Así como reivindicar el fin de las condicionalidades impuestas por las Instituciones Financieras Internacionales y plantear el pago de una deuda ecológica, social e histórica que los países del Norte deben al Sur fruto de siglos de expolio y explotación de sus recursos naturales.

El movimiento contra la deuda externa lleva más de diez años denunciando el impacto del pago de esta deuda en las poblaciones más desfavorecidas de los países del Sur y desde sus orígenes hasta hoy ha conseguido mucho y muy poco a la vez. En el terreno de lo simbólico se han hecho avances importantes: deslegitimar a las instituciones internacionales e identificarlas, junto con los países miembros del G8, como los máximos responsables de la situación de endeudamiento actual; situar la cuestión de la deuda en la agenda política; y sensibilizar a amplias capas de la población sobre su impacto en los pueblos del Sur.

En lo que se refiere a logros concretos, el balance es mucho más exiguo. A pesar de las declaraciones de buenas intenciones realizadas en distintas cumbres internacionales, los países del G8 prácticamente no han realizado acciones concretas de condonación. En la cumbre de Colonia, en junio de 1999, los jefes de estado de los países más ricos del planeta se comprometieron a anular el 90% de la deuda bilateral y multilateral de los 42 países más endeudados. Pero, a pesar de estas afirmaciones, las cifras del comunicado del G7, setenta mil millones de dólares, equivaldrían tan solo a un 3% de la deuda total de los países del Sur. En reuniones anteriores, los líderes del G8 ya habían realizado promesas en la misma dirección: en la cumbre de Nápoles, en 1994, prometieron la anulación del 67% de la deuda; en la cumbre de Lyon, en 1996, del 80%; y, posteriormente, en la cumbre de Gleneagles (Escocia), en 2005, llegaron a prometer la cancelación del 100% de la misma. Pero las cifras hablan por sí solas: desde 1999 la deuda global de los 42 Países Pobres Altamente Endeudados lejos de reducirse ha seguido aumentando.

Esta contradicción, entre promesas y realidad, pone de relieve el interés de los países del G8 para seguir siendo acreedores de esta deuda y mantener un mecanismo permanente de transferencia de riqueza del Sur a los capitalistas del Norte. Los países que ocupen una posición geoestratégica relevante o que se muestren más dóciles seguirán recibiendo medidas de reducción de la deuda, pero que no les servirán de nada para liberarse del yugo neoliberal. La deuda es un claro ejemplo de la dominación Norte-Sur y las elites políticas y económicas no renunciarán fácilmente a ella.

Pero se han abierto oportunidades políticas para el movimiento contra la deuda. En América Latina, gobiernos como el de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador han llevado a cabo unas políticas de ruptura parcial con el imperialismo y el neoliberalismo, devolviendo al Estado un mayor papel de regulador social y con un aumento del control público sobre los recursos naturales, recuperando el concepto de soberanía nacional. En concreto, los pasos dados por gobiernos como Correa en Ecuador son ejemplos de que es posible decir “no” al pago de la deuda, como hizo en su momento Argentina después de la crisis del 2001. La denuncia de las deudas odiosas e ilegítimas y la suspensión del pago de las mismas es un acto legítimo que todo gobierno soberano debería estar dispuesto a realizar en favor de sus pueblos.

Esther Vivas, autora de En pie contra la deuda externa (El Viejo topo, 2008).



En El Triangle, traducido al castellano en Anticapitalistas.org

EL BILLETE DE 500. humor de Mota

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LA TASA SOBRE LAS TRANSACCIONES FINANCIERAS GOBERNANDO SOBRE EL MERCADO GLOBAL

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 Ramón Jáuregui

Después de que Lord Turner, Presidente de la Financial Services Authority, la mayor autoridad financiera del Reino Unido, comentara en Agosto de 2009 sobre el carácter "socialmente inútil" que habían adquirido los mercados financieros internacionales en su explosión de la última década y propusiera la creación de una tasa tipo Tobin sobre las trasacciones de capital, el debate sobre la posible aplicación de una tasa sobre las transacciones financieras internacionales de capital (FTT) ha vuelto a la primera línea del debate.

A nivel Europeo, tras la invitación que le hiciera el Consejo Europeo de octubre de 2009, la Comisión Europea está estudiando "formas de financiación innovadoras" que puedan implantarse a nivel global. Ese estudio, que se publicará en las próximas semanas, ofrecerá una visión de los principales beneficios y riesgos de los diversos instrumentos que sean posibles, incluida la tasa sobre transacciones financieras.

En las próximas semanas el FMI, a petición del G-20 en la cumbre de Pittsburgh, también publicará un estudio sobre la posible aplicación de una pequeña tasa temporal sobre todos los movimientos de capital para que el sector financiero haga una contribución justa y sustancial al pago de las cargas que se han derivado de las intervenciones públicas destinadas a la recuperación del sistema bancario. El Parlamento Europeo esta semana en Estrasburgo se ha sumado al creciente consenso internacional aprobando una resolución en favor de la aplicación de una tasa de este tipo. Si finalmente la iniciativa saliera adelante, la FTT contribuíria a devolverle racionalidad a los mercados, repartiendo al mismo tiempo la carga de la crisis de una forma más justa entre los contribuyentes y el mundo de Wall Street.

FABULA DE LOS SEIS ECONOMISTAS CIEGOS Y LA CRISIS

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Liderados por el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, seis sabios economistas ciegos disputaban entre sí por saber quién de ellos explicaba mejor la naturaleza de la crisis...


Versión libre de la siguiente fábula indostaní:

“Este cuento popular de la India nos ayuda a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de las cosas. ¿Podemos estar seguros de que todo es como nos parece en una primera impresión? ¿Pueden estar seis sabios equivocados al mismo tiempo sobre la forma real de un elefante?…


Hace más de mil años, en el Valle del Río Brahmanputra, vivían seis hombre ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era de todos el más sabio.
Para demostrar su sabiduría, los sabios explicaban las historias más fantásticas que se les ocurrían y luego decidían de entre ellos quién era el más imaginativo.

Así pues, cada tarde se reunían alrededor de una mesa y mientras el sol se ponía discretamente tras las montañas, y el olor de los espléndidos manjares que les iban a ser servidos empezaba a colarse por debajo de la puerta de la cocina, el primero de los sabios adoptaba una actitud severa y empezaba a relatar la historia que según él, había vivido aquel día. Mientras, los demás le escuchaban entre incrédulos y fascinados, intentando imaginar las escenas que éste les describía con gran detalle.
La historia trataba del modo en que, viéndose libre de ocupaciones aquella mañana, el sabio había decidido salir a dar una paseo por el bosque cercano a la casa, y deleitarse con el cantar de las aves que alegres, silbaban sus delicadas melodías. El sabio contó que, de pronto, en medio de una gran sorpresa, se le había aparecido el Dios Krishna, que sumándose al cantar de los pájaros, tocaba con maestría una bellísima melodía con su flauta. Krishna al recibir los elogios del sabio, había decidido premiarle con la
sabiduría que, según él, le situaba por encima de los demás hombres.


...y así fueron contando sus historias...


Sin embargo, llegó el día en que el ambiente de calma se turbó y se volvió enfrentamiento entre los hombres, que no alcanzaban un acuerdo sobre la forma exacta de un elefante. Las posturas eran opuestas y como ninguno de ellos había podido tocarlo nunca, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y de este modo poder salir de dudas.


Tan pronto como los primeros pájaros insinuaron su canto, con el sol aún a medio levantarse, los seis ciegos tomaron al joven Dookiram como guía, y puestos en fila con las manos a los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva más profunda. No habían andado mucho cuando de pronto, al adentrarse en un claro luminoso, vieron a un gran elefante tumbado sobre su costado apaciblemente. Mientras se acercaban el elefante se incorporó, pero enseguida perdió interés y se preparó para degustar su desayuno de frutas que ya había preparado.
Los seis sabios ciegos estaban llenos de alegría, y se felicitaban unos a otros por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema y decidir cuál era la verdadera forma del animal.


El primero de todos, el más decidido, se abalanzó sobre el elefante preso de una gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron que su pie tropezara con una rama en el suelo y chocara de frente con el costado del animal.
-¡Oh, hermanos míos! –exclamó- yo os digo que el elefante es exactamente como una pared de barro secada al sol.


Llegó el turno del segundo de los ciegos, que avanzó con más precaución, con las manos extendidas ante él, para no asustarlo. En esta posición en seguida tocó dos objetos muy largos y puntiagudos, que se curvaban por encima de su cabeza. Eran los colmillos del elefante.
-¡Oh, hermanos míos! ¡Yo os digo que la forma de este animal es exactamente como la de una lanza…sin duda, ésta es!


El resto de los sabios no podían evitar burlarse en voz baja, ya que ninguno se acababa de creer los que los otros decían. El tercer ciego empezó a acercarse al elefante por delante, para tocarlo cuidadosamente. El animal ya algo curioso, se giró hacía él y le envolvió la cintura con su trompa. El ciego agarró la trompa del animal y la resiguió de arriba a abajo notando su forma alargada y estrecha, y cómo se movía a voluntad.
-Escuchad queridos hermanos, este elefante es más bien como…como una larga serpiente.


Los demás sabios disentían en silencio, ya que en nada se parecía a la forma que ellos habían podido tocar. Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos que le molestaban. El sabio prendió la cola y la resiguió de arriba abajo con las manos, notando cada una de las arrugas y los pelos que la cubrían. El sabio no tuvo dudas y exclamó:
-¡Ya lo tengo! – dijo el sabio lleno de alegría- Yo os diré cual es la verdadera forma del elefante. Sin duda es igual a una vieja cuerda.


El quinto de los sabios tomó el relevo y se acercó al elefante pendiente de oír cualquiera de sus movimientos. Al alzar su mano para buscarlo, sus dedos resiguieron la oreja del animal y dándose la vuelta, el quinto sabio gritó a los demás:
-Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano – y cedió su turno al último de los sabios para que lo comprobara por sí mismo.


El sexto sabio era el más viejo de todos, y cuando se encaminó hacia el animal, lo hizo con lentitud, apoyando el peso de su cuerpo sobre un viejo bastón de madera. De tan doblado que estaba por la edad, el sexto ciego pasó por debajo de la barriga del elefante y al buscarlo, agarró con fuerza su gruesa pata.
-¡Hermanos! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera.


Ahora todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera del elefante, y creían que los demás estaban equivocados. Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa.
Otra vez sentados bajo la palmera que les ofrecía sombra y les refrescaba con sus frutos, retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante, seguros de que lo que habían experimentado por ellos mismos era la verdadera forma del elefante.


Seguramente todos los sabios tenían parte de razón, ya que de algún modo todas las formas que habían experimentado eran ciertas, pero sin duda todos a su vez estaban equivocados respecto a la imagen real del elefante.”

Visto en 'Zubero'

 

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