"SEÑORA MERKEL, CUÉNTENOS SOBRE SIEMENS Y LUEGO HABLAMOS DE LA CORRUPCIÓN GRIEGA"

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Óscar Valero. Atenas, en eldiario.es

Atenas vivió ayer la combinación de dos fenómenos poco frecuentes: un frío espantoso y una manifestación progubernamental.

Desde 2008, el año oficial del comienzo de la crisis, los griegos sólo habían salido a protestar contra sus gobernantes, contra Papandréu y contra Samarás, contra su banco central... y en muchas ocasiones terminaban enfrentándose a la policía, que con el tiempo también se volvió más adusta y menos laxa. Laprimera gran revuelta en Atenas, por la que la ciudad saltó a las pantallas fuera de las típicas piezas sobre vacaciones y sol, se produjo a finales de ese mismo año, y tuvo como desencadenante la muerte del adolescente de 15 añosAlexandros Grigorópulos en pleno barrio de Exargia, el bastión anarquista, por una bala de goma de la policía. Las escaramuzas duraron todo el mes de diciembre y los rescoldos no terminaron de apagarse. Establecieron una dinámica de tira y afloja con el Gobierno que tenía siempre a los antidisturbios como parapeto.

La llegada de Syriza al poder cambió la actitud de las fuerzas del orden de la noche a la mañana. Desapareció el armamento de gran calibre, se prohibieron los gases lacrimógenos, se produjo la primera manifestación 'antifascista' sin disturbios, se retiraron las vallas que custodiaban el Parlamento, una barrera provisional que se fue haciendo permanente. Y cambió la actitud de los griegos, que en su catarsis de elecciones han recuperado un poco la esperanza. En la manifestación de la capital, a casi cero grados centígrados en el termómetro, la masa observa tranquila el cambio de guardia en las puertas de la asamblea legislativa. Ahora el Congreso es amigo y los enemigos están a cientos de kilómetros, en Bruselas y Fráncfort.

En el resto de grandes núcleos del país, la situación es parecida: Salónica, Heraclión, Corfú... han decidido desafiar al invierno. También en el resto del continente ha tenido repercusión y muchas ciudades han convocado concentraciones. Una ola de solidaridad con la causa griega que recorre el continente y queda por encima de consideraciones económicas o nacionales. La parte de Europa que sufre la austeridad ha visto en la negociación en desventaja de Grecia la chispa adecuada para salir a la calle de nuevo a reclamar que se acabe el sufrimiento.Un manifestante porta una pancarta durante la protesta contra la austeridad ante el Parlamento griego, en Atenas (Reuters).

#Mazí, el hashtag que lo inició todo

Esta palabra, que se pronuncia 'masí' y significa 'juntos' en griego, ha servido para aglutinar a colectivos de diverso signo político con un objetivo común: dar a entender a sus representantes que están con ellos.

En la plaza Syntagma de Atenas, frente al Parlamento iluminado, es noche cerrada y miles de personas se agolpan allí. Dan las siete de la tarde. Muchos no están preparados para esta temperatura y tienen que acercase a una tienda a comprar unos guantes o un gorro. Media hora antes, la estación de metro que desemboca en la plaza –forrada de un mármol que tuvo que ser restaurado tras los innumerables destrozos de los disturbios– está a rebosar. El ambiente es festivo y la gente se muestra confiada en que serán más manifestantes en que la primera de estas concentraciones progobierno, celebrada el 5 de enero.

"No es posible que nos sigan chantajeando", dice una pancarta sostenida un hombre de mediana edad. Una estudiante explica: "Hemos venido porquenecesitamos esperanza para el futuro... Tienen que entendernos". En otro extremo un sacerdote vestido con su hábito, su cruz de plata y su barba blanca mira alrededor; la gente bromea: "Dios está con nosotros". No sabemos si él lo está, pero a juzgar por las encuestas sería de los pocos que no. La más reciente indica que hasta el 78% de los griegos apoya al tándem Tsipras-Varufakis en las negociaciones con Europa.

En esta concentración hay mucha gente mayor, jubilados que aseguran que les han recortado mucho la pensión y que esperan que el nuevo Gobierno se la vuelva a subir. "Queremos estar en la Unión Europea", dice una mujer cubierta hasta la nariz por una bufanda, "pero tienen que entender que no podemos seguir así... Esperamos que encuentren una solución que dé esperanza y mantenga a nuestros hijos aquí". Hay pancartas, muchas, hechas a mano con reclamaciones como "la gente por encima de los mercados". Y también banderas de Grecia, algo que sería extraño si sólo fuera una manifestación de izquierdas, pues aquí, como en España, la bandera del país es un tabú para la izquierda.

Una mujer sostiene una bandera griega durante la protesta celebrada ante el Parlamento, en Atenas (Reuters).

En esta manifestación se han diluido los bandos políticos; poco habitual en una sociedad que tiende a crearlos con una pasmosa facilidad. La misma encuesta mostraba que hasta un 45% de los votantes del actual partido de la oposición, Nueva Democracia, asegura estar con el primer ministro. "No he votado a Syriza", reconoce un hombre alto y robusto en la cuarentena, "pero apoyo los esfuerzos del Gobierno porque realmente es nuestra última oportunidad".

Mientras parece que el termómetro se aproxima a los grados negativos, las familias, algunas con niños pequeños, resisten aquí, nadie parece quererse ir. "Nuestros corazones están calientes porque Tsipras y Varufakis luchan por nosotros. Hemos venido para apoyarlos", explica una chica joven ante varios periodistas.

Ciudadanos griegos durante la protesta contra los recortes celebrada ante el Parlamento, en Atenas (Reuters).

"Señora Merkel, cuéntenos sobre Siemens y luego hablamos de cuán corruptos son los griegos"

La rabia de los griegos se refleja en pancartas como esta.

En la rueda de prensa posterior a la primera reunión entre Wolfgang Schäuble y Yannis Varufakis, el primero aseguró que Grecia debía cumplir sus compromisos, entre ellos –siempre lo repite– luchar contra la corrupción. Un periodista heleno le preguntó al ministro de Finanzas alemán sobre el caso Siemens, uno de los escándalos de comisiones más graves de la historia reciente de Grecia y que ha quedado en su mayor parte impune. Schäuble prefirió eludir la cuestión.

La empresa alemana, que llegó a una conciliación extrajudicial con el anterior Gobierno en 2012, estuvo acusada de comprar a numerosos altos cargos para hacerse con contratos de eventos tan jugosos como los Juegos Olímpicos de 2004. Los griegos se han cansado de ser siempre los malos de la historia, los que cometen el pecado. En Atenas gritan "ni un paso atrás" y cantan a voz en cuello canciones de la resistencia y poemas de Elytis musicados por Mikis Theodorakis.

Las cifras de asistencia que dará más tarde la prensa helena confirmarán las mejores previsiones: 15.000 en la capital, 10.000 en Salónica, 3.000 en Patra... Además de enormes concentraciones en Bruselas, en múltiples ciudades italianas incluida Roma y en Irlanda, aunque estas más modestas. También en Chipre, en Londres... hoy jueves está convocada la manifestación pro Grecia en Madrid.

"La gente por encima de los mercados", pide una de las pancartas y otra "Give Greece a chance" –den una oportunidad a Grecia–, parafraseando la conocida frase y canción de John Lennon "Give peace a chance".

En otras latitudes donde están más acostumbrados al frío –Bruselas, Luxemburgo, Berlín– se están decidiendo estos días los destinos de estos griegos, escaldados por una crisis que ya ha durado más de lo que podían aguantar. No van a dejar que se pierda el impulso que le dieron a Syriza ahora que ven tan cerca una salida. Una pequeña consigna en inglés en una superficie apenas de un folio pegada de manera casera a un palo alzado por una mano desconocida les advierte a ellos y a los políticos: "Beware, History is watching". Cuidado, la Historia está vigilando.

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